sábado, 10 de mayo de 2014

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Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron el frío.  Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.

La siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.

 

Luis Cernuda

Introducción del libro “Donde habite el olvido”

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