lunes, 25 de noviembre de 2013

4

Disimulados sonríen, inmediata y pusilánime existencia. Sorbo colorado, se aflojan el nudo de la nuez, saliva espesa, cuelga de su liana. El mayor esfuerzo, colocar un pie delante del otro, llegar al sitio de todos los días, capaces de elegir el color de un bolígrafo… ¡capaces hasta de respirar! No más allá del impulso involuntario. Infelices nada cambian, sus anhelos desérticos años atrás, nadie los habita. ¡Despertad de ese letargo! La vida no espera despertares. No se dan cuenta de su temprana muerte.


lunes, 18 de noviembre de 2013

3

Sueños minusválidos. Habitáculo denso de neblina. Se asoma una luz tenue, ala frágil -polvo de libélula-.En cada despertar nada cambia: farolas encendidas, asfalto húmedo, los coches duermen sobre su caucho. Único sonido, silencio, estruendoso silencio.Se despliegan los párpados. Las ganas fingen con un par de muletas.Busco el equilibrio, saludo al sol, soy un libro, un perro, una cobra. Adoro a la meca, subo mis manos al cielo alzando el espinazo, comienzo a sonreír al día.Intuyo una balanza.



sábado, 16 de noviembre de 2013

2


Está rodeada de adoquines. Parece como una torre de paredes circulares. Comienza a derribarlas desde dentro. Se descubre otra piel, otra y otra. Una curtida piel de plomo tapa el moho y el musgo que duermen sobre un manto de tesitura frágil. Las armaduras cuestan mucho tiempo armarlas y buscar la torre más alta donde los príncipes encantadores no lleguen fácilmente. En este cuento no hay una madrastra mala que la encierre ni un padre protector que la tenga a buen recaudo.  Las caídas hicieron agujeros en las rodillas; cicatrices en los tobillos, arañazos por los brazos y costuras bajo el vientre.

A veces, no es suficiente colocar parches o remiendos. A veces, uno cava túneles para esconderse, apuntala maderos tras las ventanas o se mete en un bunker durante años.
A veces, la luz duele.
A veces, uno se envenena, asesinando premeditadamente al que gusta comerse la carnaza ajena. Esos caníbales que se engullen la bazofia que guardamos en el sótano. Buitres come entrañas que nos dejan vacíos y descoyuntados.
A veces, es el momento de derribar el muro.
 
 
 
 
 
 
 

viernes, 15 de noviembre de 2013

1


En el empedrado. Una canica rueda sin tropezar con sus grietas, no lleva ningún rumbo aparente, sólo lo sigue su mirada. Ella no recuerda su pasado, todo se concentra en el movimiento rápido de la canica y gira su cabeza con ella. No recuerda su nombre. La niebla cubre un ayer lejano de risas y cuerpos desnudos.  Le han crecido alas inútiles, no sabe usarlas. Su piel es un tenso traje que la paraliza.