miércoles, 20 de enero de 2016

48


A veces me adivino hombre.
Tu silueta davidiana me ensimisma y me deja boquiabierta
y te miro
en el sosiego que se despierta en tu rostro mientras duermes. 

Tu espalda, donde comienza esa curva de simetría casi perfecta; prieto.
Ese casi es el que me enloquece. 

Parece que me crece un miembro entre las piernas,
pero entonces,
me miras desde las pestañas
y me desarmas la pistola,
me desmelenas y desnudas,
siendo de nuevo,
la mujer que a tu soplo  es una canica rodando por la mesa.

6 comentarios:

  1. Deseos que ansían apresar lo bello, como si el instante no fuera a volver jamás.

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  2. ¡Boqui-abierto! ¿Jugamos a las canicas?

    Me dejaste pensativo, ¿Cómo sentirse mujer con una mujer y acabar con las "bolas" rodando por la mesa en un inocente juego de críos?

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  3. ohh qué belleza! tan explícito de puro sutil!

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  4. ¡Casi grande! Me quedo con el último verso. Escribes muy bien, me quedo si no te importa.

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