Yo te mostraré el enorme lunar de mi alma.
Llévame al paraíso en el que callas,
al equinoccio de tu sombra, de tus manos.
Haz que tiemble esta carne trémula.
Cávame y el gemido atrápalo en tu boca
no dejes que me escape en el aliento,
no dejes que escapen la legión de hormigas
que recorren mi vientre.
Bébeme. Soy mujer océano,
escupe el salitre adherido a mi entraña,
y como peces,
en la simbiosis de los cuerpos hallaremos la paz.
Ya en silencio, con las cicatrices exhaustas:
alcanza la aurora sobre mi cama,
alcanza la escarcha entre los dedos,
alcanza la humedad guardada para amanecer a tu lado.
Regálame tu mundo de despojos.
Dioossss SANDRA!!!! ... me has dejado exhausta completamente,
ResponderEliminarcon los ojos derretidos chorreando toda la pantalla .... madre mía!!!!!!!!!
No me hagas esto a estas horas por favor, la próxima vez que cuelgues un poema de cien mil Watios a las 11 de la mañana, antes coloca una nota de DANGER!
Fantastico, tremendo desarmante .... ¡¡te vas a forrar con el libro cielo!!! ;)
MMuaaaaaaaakksS!!!
PD
Me voy a tomar aire ;)
De temblor
ResponderEliminarUna invitación al nado.
ResponderEliminarSoy de la misma opinión que María. Si se pueden rascar lunares, acariciar equinoccio y escupir en los cuerpos, para qué una escupidera. Sandra, ¿Por qué los despojados sin despiojar hacen tan bien el amor que dan ganas de amanecer en sus liendres?
ResponderEliminarSencillamente visceral, pasión pura, desahogo,temblor...
ResponderEliminarJuego de intimidades, en la enajenada lokura de un giro cósmico.
ResponderEliminarun placer intenso conocerte Me fascina como escribes
ResponderEliminarBébeme: soy mujer océano.
ResponderEliminar¡Has sabido conquistarme y yo no puedo más que darte las gracias!
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