A veces me adivino hombre.
Tu silueta davidiana me ensimisma y me deja boquiabierta
y te miro
en el sosiego que se despierta en tu rostro mientras duermes.
Tu espalda, donde comienza esa curva de simetría casi perfecta; prieto.
Ese casi es el que me enloquece.
Parece que me crece un miembro entre las piernas,
pero entonces,
me miras desde las pestañas
y me desarmas la pistola,
me desmelenas y desnudas,
siendo de nuevo,
la mujer que a tu soplo es una canica rodando por la mesa.
Deseos que ansían apresar lo bello, como si el instante no fuera a volver jamás.
ResponderEliminar¡Boqui-abierto! ¿Jugamos a las canicas?
ResponderEliminarMe dejaste pensativo, ¿Cómo sentirse mujer con una mujer y acabar con las "bolas" rodando por la mesa en un inocente juego de críos?
ohh qué belleza! tan explícito de puro sutil!
ResponderEliminarSoy demasiado explícito, lo siento!!!
Eliminary un provocador nato!!! o es innato ?
Eliminar¡Casi grande! Me quedo con el último verso. Escribes muy bien, me quedo si no te importa.
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