jueves, 21 de enero de 2016

50

Merma lo inocuo,
el hallazgo,
la subliminal parte de un todo
que ocurre extraordinaria-mente
en los ojos que aún se asombran.
Aunque sigan amando
todo aquello que se palpa
y la fugaz caricia
de lo analógico.

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Después del tiroteo allí estaba ella: rezando en su idioma amarillo y convulsionando, con el último aliento en la punta de sus ojos. Estaba frita a balazos.  Bufón se quedó mirando como esa chica que había intentado matarle parecía un débil pájaro susurrando canciones. Pedazo dijo: “Vamos ya, dejaremos que esta zorra amarilla se pudra”.

Todos se miraban, pero en sus cabezas sólo aparecía la imagen de Doc corriendo en busca de su amigo, muerto por el francotirador, y sus gritos uno a uno, tras cada disparo; la cara de Cowboy con la baba cayendo de la comisura de sus labios y su pecho abierto a bocajarro,  su último suspiro sobre los brazos de Bufón. Todos muertos por ella.

-Vámonos -seguía diciendo Pedazo.

-No podemos dejarla así -rezaba Bufón.

No podemos dejarla así, pensó, sería más humano matarla. Frío como un tempano de hielo, tomó su pistola y la disparó entre los ojos,  su símbolo de la paz en la solapa y su casco que dictaba –Nacido para matar- ahora sí tenían sentido.








* Inspirado en la Chaqueta metálica

miércoles, 20 de enero de 2016

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A veces me adivino hombre.
Tu silueta davidiana me ensimisma y me deja boquiabierta
y te miro
en el sosiego que se despierta en tu rostro mientras duermes. 

Tu espalda, donde comienza esa curva de simetría casi perfecta; prieto.
Ese casi es el que me enloquece. 

Parece que me crece un miembro entre las piernas,
pero entonces,
me miras desde las pestañas
y me desarmas la pistola,
me desmelenas y desnudas,
siendo de nuevo,
la mujer que a tu soplo  es una canica rodando por la mesa.

domingo, 17 de enero de 2016

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05-01-16
( a no sé que hora)

Saco las maletas empolvadas.
Toda esa ropa que agujerearon las polillas
y las fotos
y los recuerdos se apilan en riel
y toda la tierra que enterró sus bocas.

Desentierro la mudez a la que les sometí
y siguen
escuálidos y difusos
siguen su camino lejos de mis pasos
tras dejarme una flor.


Nunca supe convivir con mis muertos como acostumbran en París. 

viernes, 15 de enero de 2016

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Aquí, cerca de nada.

Cerca de la mano de mamá,
aquella imagen difusa y a ratos.
Tuve tantas madres
que no recuerdo a quién me dio su pecho.
Recuerdo un vientre;
ancho, dado de sí, harto de fecundar. 

Unos gritos me sobresaltan,
me tiran de los pelos,
tengo tantos nudos que mi garganta los ha copiado.
Los rizos me condenaron a los piojos.
 _ me hacían parecer una niña peleada con el mundo, una niña abeja_
me los mutilaron.
Con cara de chico malo,
la niña murió con esos rizos,
ya no tengo que jugar a las muñecas
ni cortarles el pelo ni sus cabezas.

Ya recuerdo, me amamantó la ausencia y el exilio.



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Somos un cúmulo de costumbres encerrados en armaduras oxidadas. 

sábado, 9 de enero de 2016

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Amo el decir de tu mirada
Cuando silencia,
Desea
O sencillamente
Se pierde un rato.

La hora que agota días
Y los incendios
Qué arden en las aguas.

Amo cada centímetro que me acerca a tus costas