Aquí, cerca de nada.
Cerca de la mano de mamá,
aquella imagen difusa y a ratos.
Tuve tantas madres
que no recuerdo a quién me dio su pecho.
Recuerdo un vientre;
ancho, dado de sí, harto de fecundar.
Unos gritos me sobresaltan,
me tiran de los pelos,
tengo tantos nudos que mi garganta los ha copiado.
Los rizos me condenaron a los piojos.
_ me hacían
parecer una niña peleada con el mundo, una niña abeja_
me los mutilaron.
Con cara de chico malo,
la niña murió con esos rizos,
ya no tengo que jugar a las muñecas
ni cortarles el pelo ni sus cabezas.
Ya recuerdo, me amamantó la ausencia y el exilio.