Subastan en la esquina
las tripas del pescado,
un gentío hambriento
se alborota.
Entre gritos y miradas de búho
amontonan insultos en los adoquines,
aunque se queden sin su parte de intestino
habrán dejado aliviados
sus ruines y contenidas almas.
Goya (Saturno devorando a su hijo)
El estómago queda agradecido y el alma es un pez perdido en cualquier mar.
ResponderEliminarque tenga buen provecho con el hígado de sus hijos
Eliminarnutrasé usted de los chismes del vecino
sea un bulímico de los engaños de su esposa
no se preocupe,
su alma es un pez sin memoria
que nada según la corriente
y por eso cree que nunca estará perdida.
Cocine a fuego lento toda su estupidez
que el cielo es una ilusión
sólo para idiotas.
Cuántos idiotas han muerto por la ilusión de un cielo y cuántos hipócritas se han nutrido de esa voluntad; aún así, prefiero el cielo de los idiotas que el paraíso de los prudentes.
Eliminarpues yo prefiero vivir sin pensar demasiado en ello
EliminarMe hace acordar a un famoso cuento de la literatura argentina, El matadero. Todos buitres en busca de la tripa del otro. Me gusta, porque hay una unidad temática con el poema anterior. UN abrazo.
ResponderEliminarSí Darío, estos poemas los escribí hace mucho, están en Indark, en el fondo de la cloaca. Tendré que leer ese cuento. Besos
EliminarMe gustó mucho Sandra. (No lo recuerdo, pero seguro que lo leí este verano en Indark)
ResponderEliminarBesos
Grcias Francisco, ya ves, somos masocas y nos van los latigazos. Besos
Eliminar¿De que está hambriento ese gentío?
ResponderEliminarBesos
seguramente de gente.
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